Cencalli: Casa del maíz y la cultura alimentaria.

En 1550, el virrey Antonio de Mendoza concedió el terreno en el que se edificó el “Molino del Rey o de El Salvador” al regidos Ruy González. En este mismo espacio geográfico (Chapultepec y Tacubaya) se construyeron otros molinos y en conjunto formaron un mayorazgo, es decir, una institución en la que el primogénito heredaba todos los bienes. En 1822, Agustín de Iturbide abolió los mayorazgos, en consecuencia, estas tierras fueron vendidas a diferentes particulares.

Durante la invasión norteamericana a la Ciudad de México en 1847, la región ocupada por el Molino del Rey tuvo un papel protagónico en la posición defensiva del Ejercito mexicano, bajo el mando del General Antonio de León y los coroneles Lucas Balderas y Gregorio Gelati. En esta Batalla, bautizada posteriormente como “Batalla del Molino del Rey”, también participó el capitán Margarito Suazo, quien fuera uno de los últimos oficiales en sucumbir. Antes de morir a causa de las bayonetas norteamericanas, el capitán ocultó la bandera de su batallón, el de San Blas, debajo de su ropa para que ésta no fuese capturada por las tropas estadounidenses como trofeo de guerra. En memoria de estos actos heroicos se construyó un monumento, al que se le agregaron cañones históricos.

A mediados del siglo XIX, y una vez terminada la ocupación, los terrenos en donde se ubicaba el Molino del Rey pertenecieron a José María Rincón Gallardo. En 1853 Rincón Gallardo vendió su parte de los terrenos del Molino a un médico de origen panameño llamado José Pablo Martínez del Río quien se estableció en la zona. Fue nacionalizado mexicano por el emperador Maximiliano de Habsburgo